Aunque muchos puedan pensar que un padre cubierto de 240 tatuajes no es apto para ser padre, su esposa deja las cosas claras.
Richard, padre de cinco hijos, y su esposa compartían con frecuencia momentos de su vida familiar en las redes sociales. Desafortunadamente, sus seguidores en línea se apresuraron a criticar a Richard por su apariencia tatuada. Aún así, sigue apasionado por su amor por los tatuajes, e incluso ha expresado su objetivo de cubrir completamente su cuerpo dentro de cuatro años.
El estigma social que rodea a las personas con tatuajes también siguió a Richard a la escuela de sus hijos, donde a menudo sentía una sensación de malestar por parte de otros padres y estudiantes. Su hija, sin embargo, lo defendió, tranquilizando a los demás: “Mi papá no da miedo; los tatuajes no cambian quién es”.
La esposa de Richard, Marita, admitió que al principio también ella se sintió desanimada por su apariencia. Pero después de conocerlo, descubrió al hombre amable y cariñoso que se escondía debajo de los tatuajes. Ella a menudo compartía su admiración por Richard en su blog, elogiando su dedicación como esposo y padre.
A pesar de los duros comentarios, Richard siguió siendo un participante activo en la vida de sus hijos, asistiendo a las reuniones de padres y maestros y apoyando sus actividades escolares. Él desestimó los comentarios negativos sobre sus tatuajes en la cara, sugiriendo que quienes lo juzgan podrían ser personas con problemas más profundos.
Richard destacó que lo más importante era la felicidad de su familia. Celebrando seis años de matrimonio, tenía un fuerte vínculo con sus hijos y creía firmemente que los tatuajes no debían determinar la capacidad de una persona para ser un buen padre.
Al reflexionar sobre su identidad, Richard reconoció que sin sus tatuajes, tal vez no sería reconocido como la misma persona. A pesar del juicio social al que se enfrentó, su esposa y sus hijos lo apoyaron, demostrando que el dicho “no juzgues un libro por su portada” era particularmente apropiado en su caso.