En la primavera de 2019, mientras el fotógrafo Joe Neely viajaba por el Oeste americano con su pareja, decidieron visitar un campo de flores en Colorado. Poco imaginaban que presenciarían un momento que se convertiría en un símbolo de ternura en la naturaleza.
En una de las flores, una abeja cansada entró con cuidado, comprobó que todo estuviera en silencio y simplemente se acomodó. Poco después, otra se unió a ella. Acurrucadas, cubiertas de polen dorado, se durmieron en silencio.
Joe se quedó atónito. No tenía ni idea de que las abejas pudieran dormir dentro de una flor. Fue precisamente esta espontaneidad y naturalidad de ese momento lo que lo convirtió en algo más que una simple fotografía. Se convirtió en una oda visual a la naturaleza, un recordatorio de lo frágiles, pero a la vez perfectamente coordinados, que pueden ser los momentos que a menudo pasamos por alto.
Esta escena no solo es hermosa, sino que también es una invitación a detenerse, mirar a nuestro alrededor y aprender algo del mundo tranquilo que respira a nuestro lado.