En un mundo donde se valoran los resultados, a menudo olvidamos lo que se esconde tras las soluciones sencillas. Hay una famosa anécdota empresarial que lo ilustra a la perfección.
Un motor se averió en un barco. A pesar de los esfuerzos de numerosos expertos, nadie pudo averiguar cuál era el problema. Se llamó a un técnico superior con más de 40 años de experiencia para que ayudara. Vino, examinó cuidadosamente el motor, tomó un martillo y golpeó el punto exacto. El motor volvió a funcionar como nuevo.
Unos días después, llegó la factura por un importe de 10.000 euros. El armador, sorprendido, pidió una explicación detallada. La factura decía:
– Golpear con un martillo: 2 euros
– Saber dónde golpear: 9.998 euros
Esta historia, aunque simbólica, transmite un mensaje contundente: la experiencia, el conocimiento y la pericia a menudo son invisibles, pero sin ellos no hay soluciones efectivas. En una época en la que años de trabajo y aprendizaje suelen subestimarse, esta lección es más valiosa que nunca.